La noche
Francisco Tario
Atalanta Ediciones

«Tario fue ese afortunado y extraño lector de cuentos fantásticos que logró escribir algunos tan notables como las grandes piezas del género que leyó con felicidad.»

Christopher Domínguez Michael

Con la publicación de La noche, en 1943, Francisco Tario rompió los moldes de la literatura mexicana de su tiempo al dar voz a los objetos y los animales para que nos pudieran ofrecer su propia visión del mundo. A veces quien habla es un ser incierto, como en  «La noche de Margaret Rose», que según García Márquez es uno de los mejores cuentos del siglo XX. Pero si sus primeros relatos poseen la fuerza salvaje de una imaginación alucinada, rebosante de un humor esperpéntico que escarba en lo trágico y grotesco   de la condición humana, su último libro, Una violeta de más (1968) –de cuyo volumen esta edición recoge siete cuentos–, es su obra más perfecta y depurada, muy en sintonía con los relatos de la célebre Antología de cuentos fantásticos compilada por Borges y Bioy Casares en 1940.

«Se dice que en México existe una secta secreta de gente que regala libros de Francisco Tario. Los miembros ignoran que pertenecen a la secta, y en el momento en que lo descubren, son expulsados de ella.»

Mario González Suárez

Hijo de padres españoles, Francisco Tario, seudónimo de Francisco Peláez Vega, nació en la Ciudad de México en 1911 y murió en Madrid en 1977. En su juventud fue portero del Club Asturias y pianista; en los años cuarenta y cincuenta, su actividad social y literaria junto a su bella mujer, Carmen, es frenética, pero, a pesar de ser amigo de Octavio Paz, no forma parte de ninguna corriente literaria mexicana ni pertenece a ningún grupo de escritores. Regenta tres cines en Acapulco y escribe aislado del mundo literario. Primero publica La noche y Aquí abajo. Tres años después, La puerta en el muro y una obra de aforismos inclasificable, única en la literatura hispanoamericana, titulada Equinoccio (Mario González Suárez la define como «un prontuario de maldades muy necesarias para nuestra salud mental»).

A principios de los años cincuenta, Tario inicia su segunda época con la publicación de Breve diario de un amor perdido (1951), Acapulco en el sueño (1951), con fotos de Lola Álvarez Bravo, y Tapioca Inn: mansión para fantasmas (1952). En los años sesenta, al marcharse de México y fijar su residencia en Madrid, da paso a su última etapa literaria, llena de melancolía tras la muerte de su mujer, que culmina con Una violeta de más (1968). Al morir, Tario dejó unas extrañas piezas teatrales que tituló El caballo asesinado y una novela póstuma, Jardín secreto.