Cuentos de lo extraño
Robert Aickman
Ediciones Atalanta
“Conviene leer a Aickman. Los que conocían «Páginas del diario de una joven», ya se imaginan los placeres que les esperan. Los que nada saben de él, no se los imaginan. Es difícil saber qué situación es más envidiable”.
Andrés Ibáñez (del prólogo del libro).

   Robert Aickman, considerado por muchos uno de los más destacados escritores ingleses de literatura fantástica de la segunda mitad del siglo XX, siempre sostuvo que no escribía cuentos de terror, sino historias de lo extraño –así le gustaba definirlas–, historias que tienen la rara virtud de sumergirnos en una tensa atmósfera envolvente tan inquietante como poética.
El primer cuento se introduce con naturalidad en el corazón mismo del mito femenino. Las tres mujeres que habitan la misteriosa ciudad abandonada de una isla, a   la que nadie puede llegar, son las únicas supervivientes de una era remota del mundo en la que la tierra estaba viva (como la «roca» donde habitan) y se vivía con los ritmos naturales, bajo el gobierno de la mujer.
«Los trenes», «Che gelida manina» y «Nunca vayas a Venecia» son historias fantasmales, pero no de las que dejan caer un espectro en cada esquina o lugar sombrío, sino de aquellas que nos sumergen sutilmente en un concierto de sentimientos –extrañamiento, terror, desesperanza, erotismo, anhelo– que se vuelven turbadores. El centro argumental de «La habitación interior» gira en torno a una suntuosa casa de muñecas cuya vida secreta vamos poco a poco conociendo a través de insinuaciones.
   Como dice Andrés Ibáñez en su prólogo, «En las entrañas del bosque» es «la joya de la colección». En efecto, el misterioso hotel-sanatorio, perdido en el bosque y habitado por perpetuos insomnes, es una poderosa metáfora de ciertas sabidurías asiáticas: Los que estamos aquí tenemos que ser conscientes de la realidad las veinticuatro horas del día, explica uno de los huéspedes, pues la humanidad sólo puede alcanzar la verdad absoluta mediante un gran sacrificio, un sobresalto o una convulsión.

   Según relata su autobiografía, The Attempted Rescue, Robert Fordyce Aickman (1914-1981) tuvo una infancia difícil, minada por las extravagancias de su padre, el arquitecto William Arthur Aickman, y los constantes altercados de éste con su joven esposa, 32 años más joven, Mabel Violet, hija del prolífico autor victoriano Richard Marsh, autor de una novela que rivalizó en popularidad con el Drácula de Bram Stoker.
   Aickman fue un enérgico defensor del medioambiente; fundó una asociación fluvial y escribió dos tratados sobre el tema. Cultivó el teatro, la novela y la crítica de ópera, aunque será siempre recordado por sus 48 relatos, que reunió en distintas colecciones: We Are for the Dark. Six Ghost Stories (1951), Dark Entries (1964), Powers of Darkness (1966), Sub Rosa: Strange Tales (1968), Cold Hand in Mine: Strange Stories (1975), Tales of Love and Death (1977) e Intrusions. Strange Tales (1980).

«Nadie mejor para ponernos los pelos de punta que Robert Aickman. Sin embargo, no se sirve de ningún efecto espectacular, ni de excesos en el estilo o la emoción […]. Algunas de sus historias están, sin duda, más próximas a Kafka que a Mrs. Radcliffe.»
T. J. Binyon. T. L. S.

«Fue, en sus mejores momentos, el escritor de relatos de terror más profundo que ha dado el siglo.»
Peter Straub. The Wine-Dark Sea.
 
«Su última colección de cuentos es la mejor, es decir, la mejor desde Walter de la Mare […] hasta el punto de haberse convertido incuestionablemente en el escritor más destacado en este campo.»
Julia Briggs. T. L. S.