SONETO
Estuve sin estar mientras moría
el más precioso bien que el cielo ha dado,
estuve, sí, dormido a su costado
al llanto sordo, duro en la agonía.
Estuve sin estar, mi pecho ardía
sintiéndome de Dios alimentado,
a Él rendido y de mí olvidado
en Él gozaba cuando allí sufría.
Allí dolor y aquí placer de amores,
allí la hiel y aquí el olor de oliva,
inquieta luz variable en sus periodos.
Llegó después pisando tristes flores.
-¿Que duermes? -preguntó, de sangre viva
el rostro engalanado- ¿Dormís todos?
CVA
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