Desde una ventana

DESDE UNA VENTANA

Desde las puertas del horizonte
bebiste en sosiego la savia de la oscuridad.
Y el ánfora ocupada por tus cenizas
recibió el calor de la resina
diluida por mis manos.

El sudor del cielo subió por arterias
transportando tus enhebrados dolores
desde el corazón de la Tierra.

Latieron mis sienes migratorias
al resbalar las empantanadas angustias
por la límbica garganta del ánfora.
Y al embeberme en los sueños
de los falsos agoreros,
en mis palmas
lloró el cántaro mortuorio.

Caminando en vaivén con pies desnudos
entre mis retinas, la Matriz y las Esferas,
las cenizas de los Augures
alimentaron mis visiones,
reordenando tu vacío
en la fogata del Firmamento.

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